¿Por qué la edad del corazón importa?

La edad cronológica es la que marcan nuestros cumpleaños; la edad biológica es la que refleja el verdadero estado de nuestro organismo. El corazón, como cualquier otro órgano, también tiene una edad biológica que puede ser más joven o más vieja que la cronológica.

Un corazón “envejecido” suele mostrar rigidez arterial, acumulación de placas en los vasos, inflamación silenciosa y un menor rendimiento al bombear. Esto aumenta significativamente el riesgo de hipertensión, angina de pecho o infarto. Por el contrario, un corazón joven para tu edad mantiene la elasticidad vascular, una circulación eficiente y una mayor resistencia frente al paso del tiempo. Conocer la edad de tu corazón no es un dato curioso: es una brújula para tu longevidad.

Lo que revelan los biomarcadores

Los biomarcadores son señales objetivas que revelan lo que el cuerpo aún no muestra en síntomas. En el caso del corazón, algunos de los más importantes son:

• Colesterol LDL y ApoB: permiten estimar el riesgo real de acumulación de placas ateroscleróticas, mucho antes de un evento cardiovascular.

• Colesterol HDL y la relación colesterol total/HDL: ayudan a entender si el balance entre grasas protectoras y dañinas está en equilibrio.

• Proteína C reactiva ultrasensible (PCR-hs): un marcador de inflamación de bajo grado que acelera el envejecimiento arterial y se asocia a mayor riesgo de infarto y accidente cerebrovascular.

• Troponina ultrasensible: detecta microlesiones en el músculo cardíaco, incluso en personas aparentemente sanas.

• Cistatina C: vinculada a la función renal, pero también muy relacionada con riesgo cardiovascular y mortalidad global.

Estos biomarcadores funcionan como “sensores de alarma”. No esperan a que aparezca dolor en el pecho o cansancio extremo; señalan antes los desajustes para poder corregirlos a tiempo.

Beneficios de actuar temprano

La gran ventaja de estos biomarcadores es que dan margen de acción. Si tus resultados muestran un corazón envejeciendo aceleradamente, todavía puedes frenar y hasta revertir parte del daño. Algunas acciones clave son:

• Nutrición preventiva: aumentar la fibra, reducir azúcares simples y priorizar grasas saludables como el aceite de oliva y los omega-3 del pescado azul.

• Ejercicio regular: entrenamientos aeróbicos y de fuerza que mejoran la elasticidad arterial y reducen la inflamación.

• Sueño y manejo del estrés: dormir bien y practicar técnicas de relajación que reducen los niveles de cortisol y, con ello, la presión arterial.

• Seguimiento médico personalizado: repetir pruebas de biomarcadores cada cierto tiempo permite evaluar el impacto de los cambios e identificar riesgos a tiempo.

Lo más interesante es que los cambios en el estilo de vida pueden reflejarse en pocos meses en los biomarcadores, mostrando de forma objetiva que el corazón está rejuveneciendo.